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LA
TRÊVE DE DIEU 119bis rue de Colombes - 92600 ASNIÈRES SUR SEINE - FRANCE |
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o
Para los pacientes
y los profesionales de la salud pertenecientes a la ortodoxa
tradición judeo-cristiana o islámica, así
como para las personas realmente preocupadas por el respeto universal
de los derechos humanos inalienables, la capacidad
confirmada de la píldora para actuar como abortivo, tanto en su
administración diaria como en la del «día
después», constituye un significativo problema moral. Las
investigaciones sobre la «ovulación
de escape» ('break-through' ovulation)1,2
están llevando a moralistas, filósofos y defensores de
los derechos humanos a cuestionar la utilización
del término «anticonceptivo» para referirse a la
píldora. Es conflictiva esta terminología.
ferirse a la píldora. Es conflictiva esta terminología.
La palabra «anticonceptivo» (o «contraceptivo»)
designa una droga, dispositivo o producto químico que impide el
encuentro del esperma con el ovocito secundario femenino
(llamado comúnmente «óvulo»).3
El
problema surge porque la célula sexual femenina, el ovocito secundario,
puede
estar presente en el aparato reproductivo en el momento mismo del
contacto sexual o en un instante próximo, con lo
que existe la posibilidad de que se produzca la fecundación. Sin
embargo, como se verá, la píldora
altera la estructura receptora del endometrio, haciendo difícil la
implantación.
Pero
estos grupos preocupados
¿tienen razón cuando pasan de una posición
a otra, cuando pasan de señalar que la píldora no siempre
logra impedir la fecundación del «óvulo»,
con el posible resultado de que se inicie una vida humana, a la de
afirmar que la píldora tiene capacidad abortiva?
La primera posición señala que la ovulación puede
producirse algunas veces a pesar de la píldora,
con la consiguiente posibilidad de fecundación, pero sostiene
que no hay pruebas de que la implantación se
vea obstaculizada. La otra perspectiva considera que como se ha
detectado ovulación, y el interior del útero
se encuentra en estado no desarrollado, se ha puesto en peligro una
vida humana.
Estamos
ante un cambio radical de perspectiva. ¿Qué valor tiene esta última
posición? ¿Es algo más que suposición o sospecha? Cuando se califica a
la píldora de
abortiva ¿se hace una aserción basada en conjeturas, o una afirmación
apoyada en hechos?
El
presente estudio
procurará arrojar luz sobre este debate. Trataré con
cierto detalle una multiplicidad de factores de implantación
asociados al microentorno del epitelio del endometrio.
También se discutirán los mecanismos de diálogo
hormonal entre el embrión humano de 5 a 7 días
(el blastocisto) y las células que recubren el endometrio. Me
referiré asimismo al impacto de los niveles
supranormales de estrógenos y de progesterona en los factores de
implantación, y a los efectos de las hormonas
de la píldora en la integridad del endometrio. Dedicaré
una especial atención al impacto de la píldora
en el desarrollo cíclico del espesor del endometrio, y a la
relación entre esta característica uterina
y el logro de implantación del embrión humano. Es una
cuestión central examinar las investigaciones
científicas sobre la «ovulación de escape»,
un hecho cuya realidad desbarata la posibilidad de
quitarle fundamento a las preocupaciones de quienes ven en la
píldora un vector de violación de los derechos
humanos.
El
presente estudio es forzosamente detallado. Espero que el uso de
analogías apropiadas,
junto con la aclaración entre paréntesis de los términos o conceptos
médicos, lo harán
igualmente accesible al especialista y al lego.
El
proceso de implantación del embrión humano en la pared del útero
es sumamente complejo y delicado.4
La correcta fijación y la implantación
lograda se realizan bajo la dirección y el control de una gran variedad
de «factores de implantación»,
tales como la interleuquina-1β (IL-1β)5,
el factor de activación
de las plaquetas (PAF),6,7
el factor de crecimiento de tipo insulínico (IGF),8
el factor de inhibición de la leucemia (LIF),9
el factor de necrosis tumoral α (TNF α). 10
Muchos de
estos factores químicos participan en un proceso que la literatura
médica
llama «señalamiento celular», proceso que implica una comunicación
química entre el nuevo
embrión humano y la pared del útero.11,12,13,14
El propósito de esta comunicación química es crear un entorno ventajoso
y óptimo en el endometrio
para el momento en que el embrión humano procure implantarse.
Aparte
de esta
comunicación bioquímica embrio-uterina, la
implantación
exitosa del embrión humano depende también de una clase
de moléculas conocidas bajo el nombre de integrinas.
Se trata de moléculas de adhesión celular que se
encuentran «en espejo», a la vez en el embrión
humano y en la pared uterina.15,16
Estas integrinas se ligan entre sí por medio de glucoproteínas (la
fibronectina, por ejemplo). El éxito
o el fracaso de dicho proceso de ligazón está íntimamente vinculado con
la prosecución o no
del embarazo.
El
lector observará que
yo estoy utilizando el término «embarazo»
en su sentido clásico, que lo entiende como el proceso que
comienza con la fecundación. Yo no utilizo ni apruebo
la opinión minoritaria, influenciada por la política del
aborto, que ve el inicio del embarazo en la implantación.
1.2 REDEFINICIÓN DE LA TERMINOLOGÍA DEL
EMBARAZO
En
desacuerdo con la ortodoxia que desde hace mucho tiempo existe en
materia embriológica
y lingüística sobre el término «embarazo», se han hecho tentativas cada
vez más frecuentes
de redefinir todos los aspectos del embarazo, pero mas especialmente,
cuándo comienza. El propósito de esta
acción es evidente: una redefinición del embarazo -- cuándo se inicia,
cuál es la naturaleza
del embrión, etc. --, allanará el camino a una introducción más rápida
del RU-486, de
la píldora del día después, de las vacunas anti-HCG, de las drogas
anti-implantación y demás
productos embriocidas. Deliberadamente o no, el resultado final es una
desensibilización de la conciencia moral de
la sociedad.
Lo que sigue es una selección representativa de citas que ilustran mi
afirmación.
La prevención del embarazo antes de la implantación es contracepción y no aborto.17 (Glasier, NEJM, 1997)
Como era previsible, ciertos oponentes del aborto argumentan que la contracepción de emergencia equivale a un aborto... aun si la contracepción de emergencia sólo funcionara impidiendo la implantación del cigoto, tampoco sería un abortivo... El embarazo comienza con la implantación, no con la fecundación... La fecundación es una etapa necesaria, pero no suficiente, hacia el embarazo.18 (Grimes, NEJM, 1997)
La contracepción de emergencia funciona inhibiendo o retardando la ovulación, o impidiendo la implantación. A pesar de ciertas afirmaciones en contrario, no es una forma de aborto.19 (Guillebaud, Lancet 1998)
Estas
opiniones son absolutamente contradictorias con la embriología20
y la etimología21.
Antes
de examinar más detalladamente estas cuestiones, especialmente en lo
referente
a las implicancias relacionales de la píldora, convendrá proponer una
analogía que facilitará
la comprensión de los diversos factores de implantación y el papel de
las integrinas.
Tomemos
el ejemplo de un
transbordador espacial, con poco combustible y oxígeno,
que necesita urgentemente acoplarse a la estación espacial. El
buque madre y el transbordador se comunican, para
que éste sepa dónde atracar y aquél qué
emplazamiento prepararle. Es absolutamente indispensable
que la comunicación sea perfecta. Si el contacto
electrónico falla (si se interrumpe el «diálogo
celular» embrio-uterino), el transbordador puede dirigirse hacia
donde no corresponde, fracasar en la maniobra y partir
a la deriva, con la consecuencia de que la tripulación
morirá por falta de alimento y oxígeno. O también
puede suceder que el transbordador encuentre el emplazamiento correcto,
pero que los equipos de recepción no estén
bien instalados. También en este caso fallará la maniobra
por mala comunicación, y la tripulación
morirá. Esta labor de comunicación entre embrión y
endometrio es realizada por factores de implantación
tales como la interleuquina, el TNF, el NDF y el PAF. Siguiendo con la
analogía, las integrinas podrían pensarse
como ganchos de amarre que «retienen» al embrión
humano contra la pared del útero mientras se
completa el proceso de implantación.
Tal
es, entonces, un breve
resumen del presente estudio. Quisiera ahora analizar estos
problemas con mayor detenimiento, examinando el papel y la
acción específica de los principales factores de
implantación descritos por la literatura de
investigación. Me extenderé además sobre la
interacción
entre dichos factores y las hormonas esteroides: los estrógenos
y sus copias sintéticas (principalmente el
etinil-estradiol, ingerido en la píldora), así como la
progesterona y sus duplicados artificiales (noretisterona,
levonorgestrel, gestodeno y desorgestrel)
El sistema interleuquino (IL), compuesto por la IL-lα, IL-1β e IL-Ira, es a la vez regulado hormonalmente y de origen endometrial (Simon, 1996).22 En condiciones fisiológicas normales, la progesterona acrecienta la producción de IL-lα e IL-lβ por el endometriuo23, y los niveles del sistema IL alcanzan su punto máximo durante la fase luteal (post-ovulatoria) del ciclo menstrual.24
Entre
los diversos componentes del sistema interleuquino, la investigación
parecería
demostrar que la IL-lβ
desempeña un papel
clave en la orientación correcta del embrión hacia la
mucosa uterina, proceso denominado aposición.
Volviendo a nuestra analogía anterior, la aposición
podría compararse a las maniobras de aproximación
destinadas a alinear correctamente los dispositivos de acoplamiento del
transbordador y del buque madre.
Dentro de este marco, se piensa que el papel de la IL-lβ es el de un «sistema de señalización» entre el endometrio y el embrión..25. «...[El] éxito de la implantación del embrión se basa en un diálogo perfecto entre embriones de buena calidad y un endometrio receptivo.».26
Huang y sus colaboradores (1997) también han informado que el sistema IL es «un factor importante de comunicación molecular embrio-materno durante el proceso de implantación»27
Mientras
que las cantidades normales de las hormonas ováricas (estrógeno
y progesterona) tienen un efecto benéfico sobre los niveles de IL-1β, se ha demostrado que los niveles hormonales
excesivos, llamados índices suprafisiológicos de esteroides,
son causantes de un descenso de los niveles de IL-lβ.
De ello resulta una caída significativa en el índice de implantación.
Simon y sus colaboradores (J
Reprod Immun, 1996) han demostrado que existe una relación
inversa entre los niveles de estrógeno y progesterona,
y los niveles IL-lβ
(cuando suben los índices
de estrógenos, bajan los de implantación).28.
La
consecuencia directa de estos descubrimientos, en lo que hace a su
relación con
la prosecución del embarazo, es expresada así por Carlos Simon:
...hemos demostrado la hipótesis de que los niveles suprafisiológicos de suero E2 (estradiol) durante el período de pre-implantación, son responsables de una mala implantación embrionaria en las pacientes sometidas a una F.I.V. Es posible que niveles excesivos (suprafisiológicos) de suero E2 alteren la implantación perturbando la regulación de los factores paracrinos uterinos. Más específicamente, el sistema IL-1 es un candidato posible, cuando se considera lo informado en el presente estudio.29
El término «paracrino» se refiere al (o a los) efecto(s) que son provocado(s) por las hormonas, pero que están localizados en las células inmediatamente vecinas,30 o sea, en el endometrio, antes que en el área más amplia del cuerpo que caracteriza la influencia de las hormonas.31
Las investigaciones de Simon indicaron que los niveles excesivos de estradiol (un estrógeno) dificultan la implantación porque perturban el sistema IL-1. Las investigaciones sobre la F.I.V. han demostrado que los elevados niveles de estradiol (E2) traen por resultado un índice bajo de implantación exitosa (8,5%), mientras que los niveles reducidos de E2 aumentan la proporción de implantaciones exitosas al 29.3%.32
Como lo observaron Simon y sus colaboradores, «Los niveles elevados de E2, que son conocidos por su efecto interceptor, y la proporción modificada E2/progesterona, igualmente asociada a la alteración de la receptividad del endometrio, son los factores principales que perturban la receptividad endometrial en los sujetos muy receptivos.»33
El empleo de la palabra «interceptor» es significativo. El profesor Rahwan, catedrático de Farmacología y Toxicología en la Ohio State University, define la intercepción como «interferencia con la implantación (anidación) de un óvulo ya fecundado, y debe por lo tanto considerarse, desde un punto de vista biológico, como un enfoque abortivo precoz .» 34
Esta
investigación de Simon encuentra su importancia en el contexto del uso
emergente
de la píldora de altas dosis como píldora post-coito o «del día
después» («MAP-
Morning After Pill»). El régimen de administración de esta
píldora implica ingerir, dentro
de las doce horas, aproximadamente 10 veces más estrógeno y 10 a 20
veces más progesterona que con
la píldora normal diaria (según la marca utilizada). Dichos niveles son
obviamente suprafisiológicos.
Como
lo señaló
Simon, el efecto perturbador de la implantación que
provocan los altos niveles de estradiol o las proporciones incorrectas
estrógeno/progesterona, implica que es biológicamente
plausible sugerir que la píldora del día después
es una medicación de posibles efectos abortivos,
debido a su capacidad de interferir con el sistema interleuquino.
Los
estudios de Swahn et al (1996) reforzaron esta
afirmación, al mostrar
que la administración de este tipo de píldora provocaba la supresión
del ascenso de LH, reducía
la proporción de pregnanodiol y aumentaba los porcentajes de estrona
(Fig 1, p. 741).35
Dichas modificaciones del modelo hormonal del ciclo menstrual tenían un
impacto en el desarrollo del endometrio.
Se hizo una biopsia del endometrio una semana después del tratamiento. Si bien fue difícil fechar la biopsia en algunas mujeres, debido a la ausencia de un pico discernible de LH, la conclusión fue que el endometrio evidenciaba notables alteraciones en su desarrollo, con una disociación en la maduración de los componentes glandulares y estromales.36
Los
autores sugieren luego, de manera aparentemente contradictoria, que los
«cambios
relativamente menores en el desarrollo del endometrio no parecen
suficientemente eficaces para impedir un embarazo».37
Esta aseveración parecería desacreditar cualquier
afirmación de que la píldora del día
después actúa en parte por un mecanismo abortivo.
Continuando la lectura, se descubre que los investigadores
no habían estudiado los «efectos bioquímicos (de la
píldora) en los niveles moleculares del endometrio».38
O sea, los investigadores no estudiaron el efecto hormonal de la
píldora del día después en los diferentes
factores de implantación.
Yo
entiendo que esta omisión invalida sus esfuerzos por minimizar la
importancia
abortiva de los «cambios relativamente menores en el desarrollo del
endometrio», causados por la píldora
del día después. Como veremos más adelante, las mediciones del espesor
del endometrio no son suficientes,
por sí solas, para evaluar las condiciones precisas necesarias para una
implantación. Se trata de un enfoque
excluyente, que no alcanza a tener en cuenta aquellos factores que son
la segunda y esencial característica asociada
con el éxito de la implantación.
1.4 EL FACTOR DE ACTIVACIÓN DE PLAQUETA
(PAF)
Otro factor de implantación que está ligado a la buena receptividad uterina es el factor de «activación de plaqueta» (PAF).39 El PAF interactúa con los receptores de PAF localizados en el endometrio. Recordemos que dichos receptores son sitios de ligazón bioquímica, situados en la superficie de las células, específicamente diseñados para reactuar exclusivamente con un producto químico específico, en este caso el PAF. Cuando el PAF se liga al receptor, un mensaje es transmitido a dichas células.40
El
efecto del PAF sobre el endometrio es el de provocar una descarga de
óxido nitroso
(NO), que causa una dilatación vascular y un aumento de la
permeabilidad de los vasos sanguíneos del endometrio.41El hecho de
que el bloqueo químico de los sitios de ligazón (receptores)
de PAF del endometrio inhiba la implantación, apoya la idea de que los
receptores de PAF desempeñan un papel
primordial en la receptividad uterina.42
El PAF
también se halla presente en el desarrollo cíclico del endometrio.43,44
No ha de sorprendernos que los índices de los receptores de PAF
varíen a lo largo del ciclo menstrual, observándose
los niveles endométricos más altos durante la fase
avanzada de proliferación (o sea, en los días
que preceden a la ovulación) y durante la fase más
tardía de la secreción,45
cuando el endometrio está próximo a, o en estado de, máximo desarrollo
mensual. Estos descubrimientos
son coherentes con la idea de que el PAF tiene un papel preparatorio en
la recepción uterina del embrión humano.
Como en el sistema interleuquino, el control del PAF se encuentra a cargo de hormonas ováricas, el estradiol y la progesterona.46 Como lo señalaba Ahmed : 'Ha quedado demostrado que la producción de PAF es regulada por las hormonas ováricas...' 47
Visto
el papel que
desempeñan las hormonas ováricas en la actividad del PAF
y sus receptores en el endometrio, es biológicamente plausible
sugerir que los niveles anormales de hormonas uterinas,
causados por la píldora, pueden tener un efecto negativo sobre
la preparación del útero para la implantación.
Esta idea encuentra sustento en el trabajo de Rabe y colaboradores,
quienes observaron una reducción del espesor
del endometrio en las mujeres que toman la píldora, durante los
días en que normalmente tendría lugar
la implantación.48
Específicamente,
estos investigadores demostraron que en ciertas usuarias de la
píldora se observó una reducción del desarrollo del endometrio de 50%,
en comparación con lo
observado en un grupo de control (no-usuarias).49 Es
razonable, por lo tanto,
concluir que existe un efecto adverso en la expresión de los receptores
de PAF. Y en verdad, dada la influencia hormonal
que ejercen los estrógenos, sería biológicamente ilógico deducir que no
existe daño a
la expresión de los receptores de PAF del endometrio.
1.5 EL EFECTO DE LOS «OLVIDOS DE
PÍLDORA» EN LA OVULACIÓN
Para
que la píldora pueda tener un efecto abortivo, es esencial un evento
biológico:
la ovulación. La cuestión crucial es la siguiente: la «ovulación de
«escape» ¿se
produce cuando la ingestión de píldoras es regular?
Grimes et al (Obstet Gynecol, 1994) habían informado anteriormente que la «supresión del desarrollo folicular es incompleta con la píldora actual de baja dosificación».50
El
trabajo de Grimes se
caracterizaba por una elevada proporción de pacientes
disciplinadas,
es decir que las mujeres comprendidas en el estudio respetaban un
protocolo de investigación que estipulaba la ingestión
cotidiana de la píldora.51
Sin embargo, la ovulación de escape fue detectada dentro del marco
mismo de un estudio científico rigurosamente
controlado.
Esta
comprobación es un fuerte argumento en favor de la tesis que la
ovulación
de escape también sucede en la población general de usuarias de la
píldora. Este ultimo grupo de mujeres
no está necesariamente tan motivado como el de quienes participan en un
estudio científico. Respetar un tedioso
régimen cotidiano de ingestión de píldoras durante meses y años sin
supervisión es, en
los términos de una escritora feminista, «aburrido y sacrificado».52
Siendo tan pesada la exigencia de ingesta cotidiana, la disciplina de
las pacientes será menos que la deseable. De
todos modos, cabe la pregunta: el olvido ocasional de la píldora ¿se
traduce en alguna forma proporcional
de incremento de la «ovulación de escape»?
Para
tratar de determinar la frecuencia de la ovulación de escape en
condiciones
más realistas, los investigadores diseñaron experimentos en que las
participantes debían dejar pasar
deliberadamente uno o más días sin tomar la píldora. Se utilizó una
multiplicidad de tests,
que incluía la ecografía de los ovarios, la medición de niveles de
estradiol (E2), progesterona (O)
y LH (hormona de luteinización), para determinar si se había producido
la ovulación.
Hedon
y sus colaboradores (1992) trabajaron con 47 mujeres jóvenes en buen
estado
de salud, quienes saltearon la ingestión de píldora entre 1 y 4 veces,
comenzando por el primer día
del nuevo ciclo. «Ninguna de estas pacientes tuvo una ovulación
normal», aunque una, que había
dejado de tomar 3 comprimidos al principio del ciclo, «tuvo una ruptura
folicular», pero sin el pico de LH ni
el aumento de progesterona habitualmente asociados a la ovulación
normal.53
Observemos que el estudio se hizo sobre un solo ciclo, y que esta
limitación debilitó el estudio, porque impidió
detectar cualquier ruptura de folículo que podría haberse
producido durante los 7 días normalmente
sin píldora entre dos ciclos.
Anteriormente, Hamilton (1989) había realizado un estudio similar, pero extendiendo las observaciones a dos meses consecutivos. De las 30 mujeres participantes, una tuvo una ovulación probable, resultante de la omisión deliberada de un comprimido olvidado un día del segundo ciclo.54
Más recientemente, Letterie (1998) publicó los resultados de un estudio realizado con una nueva formula de píldora de baja dosificación. Diez mujeres se dividieron en dos grupos que utilizaron fórmulas levemente diferentes que comprendían un inicio retardado, y el uso limitado en la mitad del ciclo de estrógeno y progesterona. Cada uno de los grupos fue controlado a lo largo de dos ciclos consecutivos. En total, el 30% de estos ciclos evidenció una ovulación, todas las cuales tuvieron lugar durante el segundo ciclo.55
Es revelador examinar con mayor detenimiento los datos de los dos grupos. En el primero, la ovulación ocurrió en el 10% de los ciclos (uno de cada diez). Este grupo tomó 50 µg de etinil-estradiol / 1mg de noretinodrona, del 6º al 10º día, y 0,7 mg de noretinodrona del 11º al 19º día. El segundo grupo tomaba 50 µg de etinil.estradiol / 1 mg de noretinodrona, del 8º al 12º día, y solamente 0,7 mg de noretinodrona durante los días 13º a 21º. Hubo «5 ovulaciones en 10 ciclos».56 El índice de ovulación es aquí del 50%. Este estudio no investigaba la implantación; todas las participantes utilizaban contraceptivos mecánicos o practicaban la abstinencia (correspondencia privada).57
Señalemos que estos descubrimientos, obtenidos en condiciones ideales de investigación, representan los mejores resultados posibles en términos del efecto supresor de la ovulación de la píldora. Dichos resultados, sin embargo, no son una medida fiel de las condiciones de vida reales, porque no tienen en cuenta hechos corrientes como las afecciones gastro-intestinales o las interacciones medicamentosas. Los malestares estomacales reducen la absorción de los medicamentos, relajando así el control de la ovulación ejercido por las hormonas de la píldora. Del mismo modo, las interacciones farmacológicas disminuyen la cantidad de hormonas activas de la píldora disponibles para la acción supresora sobre los ovarios.58,59 Otros investigadores, y yo mismo, estamos de acuerdo en opinar que estos dos factores contribuyen a aumentar la frecuencia de las ovulaciones de escape60
1.6 EL CONTROL DEL DESARROLLO FOLICULAR
OVÁRICO POR LA PÍLDORA
Por
mis 20 años de experiencia en la comunidad farmacéutica, entiendo que
la opinión generalizada es que la píldora detiene completamente la
ovulación (anovulación).
Pero es una idea equivocada. El trabajo reciente de Rabe et
al. (1997) contradice este malentendido. Expongo a
continuación
algunos puntos salientes de dichas investigaciones.
Sacos foliculares pre-ovulatorios (> 20mm) aparecieron en el 7,3 % de las 329 usuarias de la píldora que participaron en el estudio.61. El tamaño del folículo se identifica con un aumento de la proporción de ovulaciones de escape.62
Para las no-usuarias, la proporción de sacos ovulatorios fue del 13,9%.
Algunas mujeres, sobre todo las que tomaban píldoras trifásicas, tenían folículos que medían 60 mm.
Se observaron niveles más elevados de estradiol en las usuarias de píldora con folículos aumentados, que en las no usuarias (que también tenían folículos aumentados). Los niveles respectivos fueron de 153 pg/ml y 126 pg/ml.63
El nivel de estradiol de 153 pg/ml observado en las usuarias de píldora con folículos gruesos es importante, porque se encuentra próximo al «umbral de 150/200 pg/ml» que, si persiste durante aproximadamente 36 horas, pone en marcha la ovulación.64
Resumiendo estas investigaciones, Rabe señalaba: «El análisis de la actividad ovárica en el presente estudio demuestra que el número total de folículos en desarrollo aumentó, en lugar de disminuir, durante el uso de la píldora anticonceptiva, sin que se apreciaran diferencias marcadas entre las diferentes píldoras».65
Esta
investigación pone de manifiesto la precariedad del control que
mantiene la
píldora sobre la ovulación. Ésta constituye un evento que tiende a
ocurrir. La intervención
de distintos factores propios del «estilo de vida», como el olvido de
la ingestión, la interacción
medicamentosa o los malestares gastro-intestinales, pueden relajar el
control ejercido por la píldora sobre las funciones
naturales del ovario.
Al
margen de esta discusión, la FDA de Estados Unidos autorizó, a fines de
1998, una fórmula de píldora con bajas dosis de estrógeno (acetato de
noretinodrona 1mg, etinilestradiol
20 μg). Fórmulas similares con bajas dosis de estrógeno
están ahora disponibles también
en Australia.66
Es razonable esperar que, con esta reducción en la ingestión hormonal,
se registre un aumento de la frecuencia
de ovulación de escape.
1.7 EL ESPESOR DEL ENDOMETRIO Y LA
IMPLANTACIÓN
Se
impone entonces la pregunta siguiente: la píldora de baja dosis, que
tiende más
bien a permitir una ovulación de escape, ¿aumentará la frecuencia de
implantaciones fracasadas por
el subdesarrollo del endometrio? La literatura médica indica que existe
un espesor crítico del endometrio,
necesario para mantener la implantación del embrión humano.
Issacs
(Fertil Steril,
1996) informó que un espesor de endometrio de por
lo menos 10 mm, o más, durante los días de
ovulación, «determinaba el 91% de los ciclos de
concepción».67.
Spendorfer (Fertil Steril 1996) señaló que el 97%
de los
embarazos anormales, es decir anidaciones en la trompa de Falopio o
abortos espontáneos, tenían un espesor
de endometrio de 8 mm o menos.68.
Shoham (Fertil Steril 1991) informó
que se reconoció un espesor de 11 o más milímetros en la mitad de la
fase luteal «fue reconocido
como un buen factor de pronóstico para la detección precoz del
embarazo», pero que ningún embarazo
fue detectado en un programa de inducción de ovulaciones «cuando el
espesor del endometrio era inferior o igual
a los 7 milímetros.»69.
En la literatura médica, el período medio de la fase luteal del ciclo menstrual - alrededor del 20º día - es considerado el de la posible implantación.70,71
Gonen
(Journ In Vitro Fert Embryo Transf, 1990) informó
también que
el «espesor del endometrio era significativamente mayor en el grupo de
pacientes que lograron embarazarse, que en
el grupo que no lo logró».72.
El fracaso de la implantación
se encontraba asociado a un espesor de endometrio de aproximadamente
7,5 mm, y el éxito con un espesor de 8,5 a 9
mm.
Los
resultados de estas investigaciones, que ubican en aproximadamente 8,5
mm el espesor
normal del endometrio para el éxito de la implantación, son de
importancia esencial en lo concerniente a la
capacidad interceptora/abortiva de la píldora. Los descubrimientos de
Rabe y sus colaboradores (1997) subrayan este
punto.
Rabe informó que, entre las pacientes estudiadas, quienes tomaban la formulación trifásica levonorgestrel/etilinilestradiol tenían el mayor porcentaje de sacos foliculares con diámetro superior a los 20 mm73, pero no lograban desarrollar un espesor promedio del endometrio superior a los 6 mm.74. Recordemos que los folículos de este tamaño «se consideran asociados a un mayor riesgo de ovulación de escape».75
Está
clara la importancia
de estos hechos: en las mujeres que toman diariamente
la píldora pueden desarrollarse folículos de
tamaño adecuado, pero está demostrado que el espesor
del endometrio permanece subdesarrollado. De producirse una ruptura de
folículo y la eventual liberación de
un «óvulo», la implantación del
embrión humano se encontrará sumamente dificultada.
Rabe confirma este último punto: «... sería
improbable un embarazo, porque los mecanismos contraceptivos
secundarios, tales como la hostilidad del cuello del útero y la
supresión del endometrio, están generalmente
en acción».76.
Debe
señalarse que en
esta cita, Rabe ha definido falsamente a la implantación
como el inicio del embarazo. El embarazo comienza con la
fecundación de una célula sexual hembra (óvulo)
por un espermatozoide, con la consiguiente restauración completa
de 23 pares de cromosomas y, por ende, la creación
de una nueva persona humana.
Sobre
la base de estos resultados se imponen varias cuestiones:
Se ha mostrado que la implantación exitosa está asociada con un espesor de endometrio de alrededor 8,5 mm.
Las píldoras trifásicas de bajas dosis (las más populares en Australia) no alcanzan a impedir completamente el desarrollo folicular, que es la etapa previa a la liberación de una célula sexual femenina.
La ovulación de escape es un hecho que tiende a producirse, aun con la ingestión cotidiana de la píldora.
Si la ovulación de escape se produce, la implantación puede fracasar porque el endometrio es demasiado delgado.
Es importante apuntar que estas cuatro
observaciones son independientes del impacto de
la píldora en los diversos factores de implantación involucrados en el
señalamiento celular.
Como
lo muestran las investigaciones mencionadas, estos últimos años se han
registrado notables descubrimientos sobre el proceso de implantación
del embrión humano en el tejido uterino.
Existe hoy un amplio conjunto de pruebas de que el proceso de
implantación, más que un evento accidental ligado
a la suerte, es una realidad multifactorial: una cascada bio-molecular77
fisiológica y hormonal que compone un evento intrincado, de
espectacular complejidad, refinamiento e interdependencia.78.
La implantación no es, como podría suponerse, comparable a dos
piezas de Velcro que quedan adheridas por haberse tocado fortuitamente.
Es más bien un fenómeno tan complejo,
en todos los sentidos del término, como los mecanismos de coagulación
del sistema cardio-vascular.
Además
del PAF, del
sistema interleuquino y de los otros factores brevemente aludidos
en la introducción, las moléculas de adhesión
celular conocidas como integrinas también desempeñan
un papel crítico en la implantación exitosa del
embrión humano en el endometrio.
Como
lo indica el nombre de la molécula, el papel de las integrinas es ligar
células
entre sí. Etzioni ha sugerido que la adhesión celular facilitada por la
integrina es «un proceso esencial
para el anclaje de las células entre sí» (Lancet,
1999)79.
Existen
varios tipos diferentes de integrinas en el cuerpo humano. Uno de ellos
desempeña
un papel esencial en la implantación: se lo conoce como αvβ3.
La literatura médica actual
contiene varios trabajos que demuestran el papel esencial de esta
integrina en el proceso de vinculación del embrión
humano de 5-7 días en el endometrio (mucosa del útero).
Somkuti
y sus colaboradores (Fertil Steril.,
1996), por ejemplo, informaron que
«podría demostrarse que las integrinas son útiles
como indicadoras de la receptividad normal del endometrio»80,
porque se demostró que estaban ausentes en mujeres que padecían
infertilidad inexplicada y endometriosis.81.
Lessey, asimismo (Am. J. Reprod. Immunol., 1996) informó que «la expresión aberrante de esta integrina está asociada con la infertilidad en las mujeres».82. Widra (Mol Hum Reprod, 1997) observó «la ausencia de αvβ3 endometrial durante el período crítico de la implantación... en mujeres con infertilidad inexplicada y endometriosis».83 Otros habían comentado ya la ausencia o disminución de αvβ3 en mujeres que sufrieron repetidas pérdidas de embarazo84 o infertilidad inexplicada.85
En su evaluación del papel de la píldora, Somkuti (1996) comparó muestras de endometrio de usuarias de la píldora con muestras de no-usuarias e informó que la expresión de la integrina «se encontraba visiblemente alterada en las usuarias de píldoras anticonceptivas».86
Complementarias de este trabajo son las observaciones de Yoshimura (1997): «… una pérdida de la expresión normal de αvβ3 está asociada con infertilidad primaria y con formas más moderadas de la enfermedad. Estas observaciones sugieren que dicha integrina desempeña un papel significativo en el proceso de implantación»87
Eric Widra y sus colegas (1997) de la Universidad de Georgetown, investigaron el efecto de los niveles fisiológicos de estrógeno y progesterona en los niveles de αvβ3 en el endometrio. Informaron que el estrógeno causaba una sub-regulación de la expresión de αvβ3,88 lo cual es un descubrimiento importante si se tiene en cuenta que la «expresión de la integrina αvβ3 puede ser, de hecho, necesaria para que se produzca una implantación normal».89
Castelbaum y sus colaboradores (J. Clin. Endo. Metab., 1997) informaron que la expresión endometrial (la presencia) de αvβ3 era «reducida por un tratamiento con E2 [etinil-estradiol] e inclusive suprimida por E2 más P[rogesterona]...»90
Estos resultados indican que existe un vínculo entre el impacto de las hormonas en la expresión de las integrinas y el papel de las integrinas en la implantación. Aunque las interrelaciones entre las hormonas, las integrinas y la implantación todavía no se comprenden totalmente,91 existen suficientes pruebas para concluir que dichas interrelaciones son significativas desde la perspectiva para la implantación. Y esto es porque la implantación sólo ocurre «el 20º día o alrededor del 20º día de un ciclo menstrual ideal de 28 días» 92 y porque la integrina αvβ3 «está expresada en las células epiteliales del endometrio sólo al abrirse la ventana de la implantación, en el 6º día posterior a la ovulación».93
1.9 EL FACTOR DE CRECIMIENTO DE TIPO
INSULÍNICO (IGF)
El
sistema IGF es un factor importante de crecimiento, que desempeña un
papel esencial
en el desarrollo mensual del endometrio y en el proceso de implantación.94
Comprende dos sub-grupos, IGF-1 e IGF-11. Se piensa que el primero
facilita la acción mitótica del estradiol
[E2] en el endometrio, mientras que el IGF-11 «expresado de manera
abundante en el endometrio en fase secretoria (poco
después del medio de la fase), puede ser un mediador de la acción de la
progesterona».95
Además de este aspecto hormonal, la expresión más abundante del IGF-11
se encuentra en las columnas
del trofoblasto invasivo en las vellosidades de anclaje.
De esto puede deducirse que el IGF tiene un efecto promocional en el proceso de implantación. Pero el IGF es a su vez regulado. «Las acciones biológicas del IGF son moduladas por una familia de proteínas de unión (las IGFBP)». La demostración de las transcripciones [facilidades de copia] del IGF y del IGFBP en los embriones en pre-implantación indica que la influencia del IGF y de los IGFBP en el desarrollo fetal comienza incluso antes de la implantación».96
Hasta aquí, puede verse que estos factores desempeñan un papel esencial en la preparación y en el proceso de implantación. Como lo señalaron Han et al.: «Presumiblemente el IGF-11 y los IGFBP son utilizados en las comunicaciones intercelulares entre el trofoblasto fetal y las células deciduales maternas en la interfaz feto-materna para el desarrollo de la placenta y/o su funcionamiento».97
En este contexto, el papel de las hormonas de la píldora, y particularmente su influencia en la implantación, es importante. «Varios investigadores han demostrado que la píldora provoca un aumento de los niveles de IGFBP-1 y una disminución de las concentraciones de IGF-1 en el plasma.98,99. Más específicamente, durante la semana sin píldora, «el IGFBP-1 era significativamente más bajo en los días sin medicación que el 14º día del ciclo.... La breve ausencia de estrógeno y progesterona exógenos durante la semana sin medicación afectaba también los niveles de IGF-1, que aumentaron significativamente».100
La superabundancia de IGFBP inducida por la píldora tiene significación en lo referente a la implantación. Giudice ha informado que «los IGFBP se ligan a los IGF con gran afinidad y, en gran parte, inhiben la bio-disponibilidad de los IGF para sus receptores en la acción sobre sus órganos meta».101 Así, los niveles suprafisiológicos de IGFBP, inducidos por la píldora, pueden perjudicar el proceso de implantación mediante una acción inhibidora de los niveles de IGF. Giudice enfatiza este punto: «Se ha demostrado que el IGFBP-1 inhibe la invasión del trofoblasto en cultivos estromales endometriales decidualizados, lo cual sugiere que este IGFBP-1 es un «freno» materno a la invasión del trofoblasto».102
Aparte del efecto indirecto anti-implantatorio de los niveles excesivos de IGFBP sobre el IGF, el IGFBP tiene también un efecto directo anti-adhesivo sobre el embrión humano. «El IGFBP-1 se liga específicamente al trofoblasto del primer trimestre y (...) se liga a la integrina α5β1 en el trofoblasto. Es más: inhibe también la adherencia del trofoblasto a la fibronectina, otro ligando RGB que se encuentra en el seno de la placenta.»103
En
resumen, la píldora
provoca un aumento de la proporción de IFGB, lo que
conduce a una reducción del índice de IGF. Esto puede
tener un efecto negativo sobre la implantación.
El IGFBP puede tener también un efecto directo en el nivel de la
unión integrina trofoblasto/endometrio. Se
necesitarán más investigaciones para comprender
plenamente los papeles del IGF y del IGFBP. Esto representa
la aparición de un nuevo campo de estudios de los numerosos
factores implicados en el proceso de implantación.
Si bien las investigaciones citadas aquí indican que la
píldora facilita un micro-entorno endometrial
anti-implantación,
todavía debe encontrarse una evidencia confirmatoria.
Actualmente sólo existe una sospecha razonable, tal
como lo señalan los investigadores clave en este campo.104.
Esta
discusión se concentró en la naturaleza multifactorial de la
implantación
del embrión. Por momentos, el tratamiento exigió un análisis detallado
de los factores pertinentes
que influyen en el éxito de este hecho. A veces no es posible hablar de
estos hechos, centrados en el mantenimiento
de la vida humana, sin una cierta medida de complejidad y detalles.
Presento mis excusas a aquellos lectores que hayan debido
esforzarse para leer este documento.
Este
artículo no pretende
ser la última palabra en esta rama del saber médico,
compleja y en plena evolución. Casi todos los meses aparecen
nuevas investigaciones, que arrojan mayor claridad y
a veces confusión en esta nueva disciplina médica
emergente. Sin embargo, espero haber informado al lector
sobre las cuestiones relativas al primer derecho de todos los seres
humanos: el derecho a mantenerse con vida. Algunos tratarán
de minimizar la capacidad interceptora o abortiva de la píldora.
Sería una posición científicamente
precaria, por tres razones.
En primer lugar, creo que los elementos precedentes constituyen vigorosos argumentos en favor de que la píldora posee una capacidad interceptora/abortiva. Lo menos que puede decirse es que las pruebas son repetidas y circunstanciales. En verdad, ¿podrá expresarse esta cuestión de manera más clara y directa que en la siguiente declaración de Eric Widra y sus colegas? «La demostración de que la expresión de las integrinas es favorable a los embriones en pre-implantación, ha aportado un apoyo suplementario al argumento de que dichas moléculas son importantes para el inicio del embarazo».105
En
segundo lugar, incluso los investigadores consideran al
sistema interrelacionado
de los factores de implantación como una nueva «arena» del estudio de
la «contracepción».
Carlos Simon y sus colegas (Fertil Sterility, 1998),
después de discutir la relación interdependiente
entre el sistema interleuquino-1, el sistema de adhesión integrina αvβ3 y la
implantación, concluye
declarando que el sistema interleuquino-1 podría ser un nuevo espacio
de investigaciones prometedoras para el desarrollo
de nuevos «contraceptivos».106
Vista esta opinión, yo pienso que los productos químicos
anti-interleuquinos serán el equivalente del
RU-486 en la próxima década.
En tercer lugar - y esto es de lo más revelador - la capacidad abortiva de la píldora es reconocida por quienes defienden el aborto. Considérese el texto siguiente, extraído del Guttmacher Report. «Las mejores pruebas científicas sugieren que las ECP [las píldoras contraceptivas de emergencia] actúan generalmente suprimiendo la ovulación. Pero, según el momento de la relación sexual respecto del ciclo hormonal de la mujer, ellas pueden --; como es el caso de todos los métodos contraceptivos hormonales -- evitar el embarazo, ya sea impidiendo la fecundación, ya sea impidiendo la implantación de un óvulo fecundado en el útero».107
¿Hace
falta decir algo más?
John Wilks,
B.Pharm MPS MACPP, es farmacéutico en Baulkham Hills, Australia.
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23. Ibid., 180.
24. Ibid., 166.
25. Ibid., 180.
26. Simon, C.,
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Uterine Receptivity by Decreasing Estradiol Levels During the
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27. Huang, op. cit.
28. Simon, J
Reprod Immun. Ibid., p. 181
29. Loc cit.
30. Mosby's, op
cit., p. 1201.
31. Ibid., p. 773.
32. Simon, C., Fert
Steril. (1998); 237, Table 3.
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36. Ibid., p. 742.
37. Ibid., p. 743.
38. Loc cit.
39. Sato, S.,
Kume, K., et al., 'Up-regulation of
the Intracellular Ca2 Signaling and mRNA Expression of
Platelet-activating Factor Receptor by Estradiol in Human Uterine
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43. Ahmed, op
cit., p. 842.
44. Sato S., op
cit., p. 99.
45. Ahmed, op
cit., p. 836.
46. Sato, op cit.,
p. 99.
47. Ahmed, op
cit., p. 841.
48. Rabe, T.,
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Endometrial Thickness', Eura J Contra of Reprod
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49. Ibid., table
4, p. 46.
50. Grimes, A.,
Godwin, A.J., et al., op cit., p.
34.
51. Ibid., p. 33.
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60. Rabe, op.
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61. Ibid., p. 43.
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µg) and Ethinyl Estradiol (15 µg) on
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115-120 "La ovulación se define por la presencia de una
estructura folicular de diámetro <13 mm con una ruptura dentro
de las 48 horas, combinada con concentraciones
de suero 1713-E2 y de progesterona >30pg/ml y >1,6ng/ml,
respectivamente en el mismo ciclo". Ibid., p.116.
63. Rabe, op.
cit., p. 45.
64. Goodman and
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65. Ibid., p. 48.
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0.2mm, P, 0.01).
73. Rabe, Table 3,
p.44.
74. Ibid., Figures
4 & 5, pp. 46.
75. Ibid., p. 43.
76. Ibid., p. 48.
77. Lessey, B.A.,
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78. Yoshimura, Y.,
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80. Somkuti, S.C.,
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81. Ibid., p. 484.
82. Lessey, B.A.,
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83. Widra, E.A.,
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of Implantation'Associated Integrin Expression but Not Uteroglobin by
Steroid Hormones in an Endometrial Cell Line', Mol
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84. Somkuti, S.C.,
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85. Lessey, B.A.,
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as Markers of Uterine Receptivity in Women with Primary Unexplained
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86. Somkuti, Fert
Steril., (1996), 488.
87. Yoshimura, Y.,
op. cit., p. 18.
88. Widra, op.
cit., p. 566, table 1.
89. Ibid., p. 563.
90. Castelbaum,
A.J., Ying, L., et al., 'Characterization
of Integrin Expression in a Well-differentiated Endometrial
Adenocarcinoma Cell Line (Ishikawa)', J Clin Endo Metab.
(1997); 82(1), 136-42.
91. Somkuti, J
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92. Loc. cit.
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100. Westwood, p.
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101. Giudice, p.
134.
102. Giudice, p.
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Translation into Spanish of the article published originally in Ethics & Medicine, 2000, vol. 16, n°1, pp. 15-22, 0226-688X. Ethics and Medicine is published in the USA, in UK and in The Nederland by The Center for Bioethics and Human Dignity, Illinois, USA; The Centre for Bioethics and Public Policy, Londres, GB; The Prof. GA Lindeboom Instit, Ede, Pays-Bas. This translation has been made at the initiative of T.D.D., 119bis rue de Colombes - 92600 ASNIÈRES SUR SEINE, France |